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El conformista es aquel que acepta sin protestar todo lo que le sucede sea bueno o malo y no intenta cambiar las cosas ya sea por miedo o inseguridad. Es quien se queda porque aplica el “más vale malo por conocido que bueno por conocer”, por temor al fracaso.  O que piensa que por qué complicarse la vida si con lo que tiene le es suficiente.

Piensa… ¿Cuántas veces has cambiado de opinión porque todos los demás piensan diferente a ti?

Muchas veces nos conformamos porque queremos ser aceptados.

En un experimento realizado por un sicólogo polaco, este hizo que un grupo de estudiantes miraran un par de tarjetas. Una tenía una sola línea y la otra tenía tres, ellos debían decir cuál de las tres líneas de la tarjeta tenía más parecido con la línea que estaba sola. 

Tres alumnos formaban parte del experimento como cómplices y el invitó a uno que no sabía de qué se trataba la prueba. Los tres alumnos dieron la misma respuesta, y el invitado, aunque no estaba de acuerdo, al ver que todos opinaban igual, pensó que tal vez estaba equivocado y dio la misma respuesta, es decir, se conformó.

El conformismo nos vuelve más reactivos que proactivos y nos hace seguir las opiniones de los demás.  Esto puede llevarnos a elegir un trabajo o estudiar una carrera que no nos guste sólo por temor a lo desconocido, y también nos lleva a aceptar el maltrato de nuestras parejas, familiares o amigos. 

Una de las causas del conformismo es la comodidad

Acomodarse es dar por buena una determinada situación por el simple hecho de ser conocida, es adaptarse a un entorno desactivando la voluntad de salirse del mismo, es, en definitiva, poner una ventana a la esperanza, al cambio y a la evolución.

Cuando nos acomodamos nos instalamos en nuestra zona de confort que es aquel estado en el que la disposición a hacer algo nuevo es como mínimo escasa. Y poco importa que lo que esté pasando sea bueno o malo, porque lo importante es que sea familiar y conocido.

En las empresas sucede lo mismo. La repetición genera seguridad que abre la puerta de la comodidad y permite el acomodo de los empleados y de los directivos, claro, que también son humanos. Salir de la zona de confort es complicado porque a nadie le gusta dejar atrás algo seguro para adentrarse en un entorno nuevo y por lo tanto poco conocido, pero no salir representa anquilosarse, no adaptarse al entorno y correr el riesgo de desaparecer.

La zona de confort es una actitud que neutraliza la mayoría de los intentos de motivar a las personas a moverse. Tener un sueño ardiente o propósito altruista, trazar metas alcanzables y crecientes, auto evaluarse son herramientas poderosas para lograr desactivar el acomodo.

No permitas que te pase y no vivas la vida que alguien más han diseñado para ti, sal de la zona de confort y lánzate a la aventura.

Esta es mi propuesta: piensa en eso que quieres hacer hace tiempo pero que te causa pereza, ya sea comenzar una dieta, hacer ejercicios, escribir ese artículo… lo que sea que quieres hacer, pero no has hecho y comienza ya por el mínimo que le puedes dedicar. Si es una dieta sustituye una de tus comidas, si es ejercicios sal hoy a caminar por 10 minutos, si es un libro comienza la primera página… pero no lo dejes, mañana otra vez, y pasado. Marca tu calendario y hazlo de manera creciente por 90 días. Cuando mires el progreso, te sorprenderás.

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